Independiente y abierta. Así era Correo de los Andes, la revista uniandina de los 80, que se caracterizó por su calidad y organización, pero también por su independencia económica, política e ideológica, convirtiéndose en un espacio que reunía las más diversas voces y que no reportó pérdidas en sus años de existencia.
"Es un modelo de divulgación que vale la pena imitar, un ejemplo del que tenemos mucho que aprender cuarenta años después”, escribió Alejandro Gaviria, rector de la Universidad de los Andes, en la presentación de la edición conmemorativa por el cuadragésimo aniversario de la fundación de “la publicación periódica más importante y exitosa en la historia de la Universidad”.
En noviembre de 1979, bajo la dirección del ensayista, historiador, diplomático y periodista colombiano Germán Arciniegas -quien entonces fungía como decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Los Andes-, apareció la primera edición de esta revista que sería de publicación bimensual.
En sus 58 entregas, varias generaciones de intelectuales y artistas compartieron sus escritos, reflexiones e investigaciones con los lectores casuales y suscriptores del magazín, que ganó el Premio al Periodismo del Grupo Interamericano de Editores en 1987.
Buscó ser, a lo largo una década, “un canal abierto de aproximación a un público mucho más extenso fuera de la Universidad, que llevara el mensaje de nuestros estudios fuera de las aulas. Pensaba en posibilidades de divulgación en niveles superiores a las publicaciones corrientes que satisficieran la notoria curiosidad de todo el mundo”, escribió el mismo Arciniegas en su Carta de despedida al rector, publicada en diciembre de 1989 en la última edición de la publicación.
Por estas razones, cuarenta años después de su fundación, Ediciones Uniandes seleccionó más de 60 artículos publicados en distintas entregas de la revista y creó una edición conmemorativa que puede ser consultada en: Correo de los Andes. Edición conmemorativa 40 años.
“Este libro presenta a la comunidad académica un modelo de divulgación, una forma de conectarse con la sociedad de manera rigurosa y atractiva al mismo tiempo. El académico debe ser también un divulgador, debe ser capaz de comunicarse con los no especialistas, de presentar sus ideas a un conjunto amplio de lectores interesados”, aseguró Gaviria.
En ella se reúnen los escritos de intelectuales de la época, que trascenderían a su tiempo, como Otto de Greiff con Pietro Canonica, compositor (1980), Danilo Cruz con Las aventuras políticas de Platón (1980) y Defensa de Hegel (1985), Helena Araújo con Escritoras latinoamericanas: ¿por fuera del boom? (1989) y Humberto Rosselli con dos artículos: La medicina en Colombia y la historia nacional (1983) y Barba Jacob y la marihuana (1985).
También textos históricos como La misión botánica de Jorge Tadeo Lozano -conservado por el padre Jaime Hincapié Santamaría y publicado en la edición de abril de 1982-, El fusilamiento de Francisco Lorenzana de Porfirio Barba Jacob (en la edición de agosto de 1981) —un texto sobre un fusilamiento en Guatemala, publicado en El Imperial en 1922, que se caracterizó por formar un acróstico con las iniciales de cada párrafo que decía: un asesinato político—, y En defensa de Hungría de Gabriela Mistral, un manifiesto que reunió las firmas de escritores, artistas y universitarios de 1956 en apoyo de la revolución estudiantil que se levantó ese año en contra de las políticas impuestas por la Unión Soviética en el país europeo.
"Sus escritos, pero sobre todo el cúmulo de autores y temas que reunió a lo largo de los diez años mágicos de la existencia de la revista, sobre arte, arqueología, poesía, literatura, política, técnica e historia, hacen del Correo de los Andes una publicación que merece ser leída y releída para entender el siglo XX en Colombia", concluyó el rector Gaviria.
Puede leer esta publicación en: Correo de los Andes. Edición conmemorativa 40 años