Mucho se ha discutido sobre la vacuna contra el covid 19: fases de desarrollo, términos de importación, si es la salvación en medio de la crisis, entre otros aspectos.
Aunque la esperanza de muchos está puesta en tener acceso a ella, expertos indican que la llegada no es el punto final de la pandemia ni mucho menos significa que debamos abandonar las medidas de mitigación aplicadas desde el inicio de esta crisis de salud.
Luis Jorge Hernández, médico epidemiólogo y profesor de la Facultad de Medicina de Los Andes, explica que el virus no se va a erradicar con la llegada de la vacuna. "Pasarán varios años para que dejemos por completo medidas como el distanciamiento físico, por ejemplo. La vacuna solo es parte de la solución".
Es clave resaltar que esta pandemia se ha comportado como sindemia: un escenario en el que interactúan varias epidemias al tiempo, pues los eventos crónicos en personas con hipertensión, diabetes y desnutrición agudizan el problema, sobre todo cuando estas afectan a población gestante y migrante.
El tapabocas llegó para quedarse
Si bien el tapabocas es una de las medidas de bioseguridad más popular, pierde su efectividad al no acompañarlo de distanciamiento físico. Por ello, el doctor Hernández recomienda que así llegue la vacuna debemos mantener el uso de la mascarilla, evitar aglomeraciones y hacer continuo lavado de manos, esto para lograr coberturas útiles de vacunación y llegar a la denominada inmunidad de rebaño, que se logra cuando se ha vacunado a más del 80 % de una población.
La desinformación es una de las barreras que podría impedir el acceso a la vacuna. Esto despierta el temor y desconfianza en las personas, lo que aumentaría el tiempo para alcanzar esa inmunidad de rebaño. "Teniendo en cuenta que la vacunación será progresiva: primero personas en riesgo, luego personal de salud y, finalmente, el resto de la población —aclara el doctor Hernández—, podrían pasar cerca de dos años en los cuales seguiremos haciendo uso constante del tapabocas”.
Además de esta crisis por covid-19 que sufre el país, el uso del tapabocas se convierte en una herramienta esencial que ayudaría a disminuir los casos de enfermedades respiratorias producidas por los altos niveles contaminación de aire.
¿Y si la población no se vacuna?
Según la más reciente encuesta de Departamento Administrativo Nacional de Estadística - DANE, sobre la percepción de la vacuna contra el SARS-CoV-2, en octubre pasado, el interés de los colombianos por vacunarse disminuyó notablemente. Pasó de 67,5%, en septiembre, a 57,5% en octubre. Además, las cifras muestran que 61,1% son optimistas con respecto a los resultados del tratamiento; el restante 38,9% descartan someterse a la vacunación programada para los años 2021 y 2022.
En el caso de las mujeres, el reporte evidencia 55,3% de confianza y disposición para vacunación; 45%, al igual que los hombres, descartan someterse a los procedimientos médicos.
Al respecto, el epidemiólogo Hernández asegura que "es preocupante una cifra tan alta", y recuerda lo que sucedió con la llegada al país de la Influenza (H1N1) en 2009, cuando un gran porcentaje de la población optó por no vacunarse: "El problema no es la cantidad de vacunas, es que muchas personas no quieran vacunarse”, aseguró.
En ese sentido, la siguiente etapa en esta coyuntura, según los expertos, debería ser la de sensibilización. En palabras del médico inmunólogo, el doctor John Mario González, “Debemos informar a la comunidad sobre los beneficios de la vacunación, teniendo en cuenta que aún no sabemos si esta será estacional —que hace necesario vacunación años consecutivos—. Es fundamental intervenir desde ya los factores que puedan influenciar las decisiones sobre la vacunación individual".
"Tras la vacuna hay que hacer monitoreo y vigilancia a respuestas adversas, sobre todo en este caso particular dada la premura con que fue desarrollada —complementa el doctor González que también es profesor de la Facultad de Medicina de Uniandes—. Debemos estructurar un sistema de vigilancia epidemiológico muy estricto".
Las evidencias apuntan hacia la importancia de mantener el cumplimiento del aislamiento físico (no el social). Pese a que, actualmente, no son necesarias las cuarentenas estrictas que, según los expertos, resultan dañinas para la salud pública, mental, física, y cardiovascular, quienes presenten síntomas deberán aislarse temporalmente, como hasta ahora, mientras la vacunación logra mayor cobertura en la población.