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Un grupo de profesores de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes pone a disposición de los empresarios una guía de respuesta rápida a la crisis del COVID-19.
El COVID-19 ha generado un nuevo orden que afecta de manera drástica a las organizaciones en el corto plazo. Para enfrentar el cambio los gerentes deben tomar decisiones inmediatas y drásticas en el marco de la ética y del verdadero liderazgo gerencial.
Un grupo de profesores de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes, ha construido una guía de respuesta rápida a la crisis generada por el Coronavirus, la cual pone a disposición de los gerentes de las organizaciones del país.
Esta guía para la toma de decisiones gerenciales en la crisis actual, es propuesta por profesores de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes con el espíritu de apoyar a los gerentes de empresas y empresarios afiliados y el público en general en el proceso de navegar exitosamente la crisis de COVID-19. La guía contiene recomendaciones basadas en experiencias sobre la toma de decisiones bajo condiciones de emergencia. La premisa básica detrás de las recomendaciones es asegurar respuestas oportunas, siguiendo los principios de ética, transparencia y comunicación asertiva sobre las medidas tomadas para enfrentar la crisis del momento y responde de manera clara a las preguntas: ¿Qué es prioritario para gestionar la crisis exitosamente? ¿Qué hacer? ¿Cómo comunicarlo?
La Facultad invita a los empresarios y al público en general a participar en el mejoramiento de este documento con recomendaciones y comentarios escribiendo al correo: administracion@uniandes.edu.co
La Facultad de Administración de la Universidad de los Andes brinda algunas ideas sobre la ruta que se debe trazar para apoyar las empresas en los próximos meses.
Manejar una crisis como la provocada por el COVID-19 es algo que ni los gobiernos ni los gerentes han imaginado aún en sus más disruptivos escenarios de planificación estratégica. Por ello, las organizaciones a todo nivel y sus gerentes no podrán utilizar recetas ni fórmulas conocidas sino que deberán aprender, sobre la marcha, de los errores de los demás y de sus propios experimentos de prueba y error. Dentro de este contexto de incertidumbre proponemos algunas ideas alrededor de las cuales podemos crear un consenso entre todos, gobierno, sector privado, academia y ciudadanía para elegir nuestro camino en los próximos meses.
- Vamos a necesitar empresas para sortear la grave crisis económica que viene después de la crisis sanitaria. Si las empresas cierran sus operaciones por falta de liquidez, la prolongada y traumática recuperación económica puede tener un costo en vidas humanas y bienestar mucho más elevado que el provocado por la crisis sanitaria. Para minimizar este impacto es esencial garantizar la financiación de las pequeñas y medianas empresas que representan el gran tejido empresarial en Colombia pero también impulsar las empresas multinacionales colombianas más competitivas, que tendrán una oportunidad de consolidar sus operaciones y su competitividad internacional si la crisis doméstica en Colombia está bien gestionada.
- Las empresas forman parte de cadenas productivas, clústeres y redes en las cuales se deben apalancar, buscando arreglos y soluciones colectivas y gremiales en lugar de individuales. Esta crisis nos ha ilustrado que nuestra sobrevivencia depende del comportamiento de los demás de manera mucho más dramática que jamás imaginamos. Esto es cierto tanto para nuestro estado de salud como para nuestra economía individual o empresarial. Por ello nunca ha habido un mejor momento para ponerse a pensar seriamente en modelos económicos de valor compartido escalables (shared value), donde la generación de valor económico está ligada al mejoramiento del bienestar de poblaciones vulnerables y tradicionalmente excluidas. Las soluciones no van a ser obvias inmediatamente, así que la capacidad de innovación y la agilidad serán las fortalezas más importantes, después de la gestión de los recursos financieros.
- La transparencia, la sinceridad y la información confiable son los prerrequisitos para construir confianza y liderazgo. Tradicionalmente el sector empresarial en Colombia ha carecido de un recurso muy importante para emprender acciones colectivas: la confianza. Hay antecedentes que pueden explicar esta realidad y el conflicto armado ha trazado por muchas décadas líneas divisorias que han hecho difícil el proceso de construcción de confianza fuera de localidades específicas y círculos empre sariales relativamente cerrados. Estamos ante una gran oportunidad de actuar de formas que construyen confianza a gran escala. Además, las redes sociales tan activas y sensibles en estos momentos están disponibles para convertir los comportamientos responsables de todos, incluidas las empresas en capital reputacional de manera casi inmediata. En época de crisis, la benevolencia de los usuarios se convierte en un activo esencial para cualquier organización y ayuda a consolidar su liderazgo en un contexto de post-crisis.
- Tanto la capacidad de gestión e iniciativa como los recursos financieros, humanos y relacionales van a determinar la suerte de las empresas y de todos nosotros como sociedad. El choque que la crisis sanitaria y la próxima crisis económica que llegará como consecuencia de esta, van a producir efectos diferenciados sobre los distintos sectores económicos. Por ejemplo, los sectores turismo y transporte aéreo estarán entre los más afectados, pero incluso dentro de estos sectores a unos les irá mejor que a otros. La gran diferencia la harán la capacidad de gestión de cada organización y la manera de usar sus recursos disponibles. Por ello, hay que saber definir bien las responsabilidades entre lo que le corresponde al gobierno y lo que le corresponde a los empresarios. Aquellas empresas que estuvieron redactando su plan de gestión de crisis desde enero probablemente han logrado desplegar sus estrategias de comunicación y motivación de los equipos. Estas tienen mayor probabilidad de sobrevivir a la tormenta que las que suelen atribuir a factores externos, como un virus chino, la responsabilidad de no saber que hacer. La gestión de una crisis es un deporte activo donde los espectadores obtienen muy poco valor, así que tomar la iniciativa con una actitud de sumar y contribuir es la estrategia óptima tanto para cada empresa y empresario como para todos nosotros como sociedad.
La universidad, en esas épocas de crisis, aparece como un actor esencial para articular el diálogo y ayudar a pensar los caminos a emprender para mitigar los daños y preparar la post-crisis. En estos nuevos tiempos hemos creado espacios y nos hemos apalancado en herramientas tecnológicas para apoyar el trabajo colaborativo, la conectividad, el acceso a la información y donde podamos socializar experiencias, ideas y co-crear soluciones sumando nuestros conocimientos y redes nacionales e internacionales para servirle a la comunidad. ¡Aprovechémoslas! Iniciemos, desde ya el diálogo para preparar y construir entre todos la salida de la crisis.
Expertos de la Facultad de Administración de Los Andes elaboraron el artículo ‘El consumo de productos frescos durante la cuarentena es la línea de oxígeno que el sector agro necesita’. El documento expone una serie de recomendaciones orientadas a la implementación de medidas que ayuden a garantizar la continuidad de las cadenas de suministro de alimentos.
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La humanidad se está viendo forzada a tomar decisiones extremas para frenar la expansión del COVID19. Esas decisiones ameritan el respaldo de todos, pues la emergencia sanitaria es la prioridad número uno en el momento. Pero es previsible que tendrán fortísimas consecuencias económicas; no hay antecedentes de una coyuntura en que se haya dado la orden generalizada de semi-paralizar las economías a lo largo y ancho del planeta.
La pregunta fundamental que todos nos hacemos hoy es cómo combatir la propagación del virus que parece tan contagioso: una persona con covid-19 puede transmitirlo a más de dos personas, es decir, si no hacemos nada el número de contagiados aumenta de manera exponencial. Necesitamos implementar las acciones más eficaces en cuestión de días. Como el camino farmacológico, el de la vacuna, es largo, debemos encontrar otras medidas.
El hacinamiento carcelario es un problema que genera sufrimiento, favorece la trasmisión de enfermedades infecto contagiosas y aumenta la reincidencia. Además, el estado de la infraestructura penitenciarias y las condiciones deshumanizantes en las que transcurre la vida de los internos constituyen una violación de los derechos fundamentales de los reclusos.
Los impactos de la cuarentena sobre la economía de millones de hogares hacen necesario incrementar el paquete de ayuda del gobierno a los más vulnerables. Proponemos expandir las transferencias a todos los hogares cuyos ingresos dependen del trabajo informal, los más expuestos a la pérdida de ingresos en el corto plazo. Se trataría de 117 mil pesos por persona durante tres meses. Discutimos los retos de la implementación de una política de esta magnitud.
Convertir nuestro sistema de salud y de monitoreo en uno que pueda convivir con el COVID19 debe ser el nuevo gran propósito nacional.Es el que nos permitirá compatibilizar la lucha contra la enfermedad con la garantía de medios de vida dignos para los colombianos.
Esta nota tiene cuatro mensajes, a partir de datos del DANE sobre el mercado laboral: 1) cerca de 9 millones de colombianos devengan sus ingresos de las actividades más vulnerables a la parálisis; 2) una hipotética parálisis total de esos sectores costaría como mínimo 10% del PIB de cada mes en que estos se encuentren detenidos, es decir, casi 3% del PIB anual si la parálisis dura tres meses; 3) además de las ya anunciadas ayudas del gobierno a los informales, la situación empezará a exigir ayudas a más de 2.5 millones de ocupados formales en estos sectores; y 4) las pérdidas de ingresos y empleos calculadas aquí son límites mínimos de las verdaderas pérdidas porque no cuentan los efectos negativos de la caída de demanda agregada sobre otros sectores, ni los efectos persistentes de trabajos y empresas destruidos.
Conozca los reportes de nuestro Observatorio de Coyuntura Económica y Social relacionados con la vulnerabilidad del empleo a la emergencia de COVID19: Reportes Observatorio de Coyuntura Económica y Social
Si queremos que la crisis no signifique un empobrecimiento de todos a largo plazo, es fundamental minimizar despidos y destrucción del tejido empresarial. Es la hora de considerar que el Estado: 1) pague parte de las nóminas de empresas que se comprometan a cambio a mantener los contratos, 2) adquiera participación en otras, y 3) tome medidas para proteger cadenas productivas. Su capacidad para hacerlo, sin embargo, es limitada. Que la curva de despidos no supere esa capacidad dependerá de la extensión de las medidas de cuarentena.
Esta Nota discute, a la luz de los datos sobre la vulnerabilidad del aparato productivo y disponibilidad de liquidez de las empresas, condiciones que vemos como necesarias para que el anunciado paquete de financiación de nóminas por parte del gobierno sea efectivo. Para que los bancos se suban realmente al bus se necesitarán garantías públicas muy elevadas, mientras que se requerirán condonaciones considerables para que una masa significativa de empresarios opte por tomar estos créditos en lugar de liquidar trabajadores y empresa.
y el confinamiento se combinen habrá una caída de 1,25% del PIB anual.
- Combinando el déficit fiscal que teníamos de 2,4% del PIB, el gasto público propuesto para compensar el costo económico y la caída de ingresos de impuestos y petroleros, el déficit fiscal subiría al 8% del PIB para el 2020.
- Además de las políticas que se han implementado, proponemos: (1) aumentar los ingresos del gobierno a través de impuestos extraordinarios; (2) recurrir a intervenciones del Banco de la República menos ortodoxas, y/o; (3) hacer una recomposición del Presupuesto General de la Nación (PGN) que libere recursos para el rubro de Salud y Protección Social.
Aislamiento permitió reducción de indicadores, pero aumentaron llamadas por violencia intrafamiliar.
En esta nota planteamos una serie de medidas que consideramos útiles para minimizar el daño que la epidemia puede causar sobre la población de habitantes de calle y para obtener aprendizajes útiles para el manejo posterior de la crisis de salud pública.
Aunque son 7.5 millones los trabajadores colombianos que, estando en los sectores más afectados por el confinamiento, no pueden teletrabajar, los encadenamientos productivos hacen que esa parálisis toque a muchos más. Teniendo en cuenta aquellos que no pueden teletrabajar por la pausa de actividades de sus clientes o proveedores, la cifra superaría los 10.5 millones de empleos. La relajación del confinamiento ayuda a mitigar los efectos de la epidemia sobre los medios de subsistencia y los proyectos de vida de esos trabajadores y sus familias, si bien no los garantiza porque aún en ausencia del confinamiento la crisis de salud tendrá importantes efectos sobre la demanda de todos los productos en la economía. Levantar los confinamientos implica también riesgos de salud con los que hay que lidiar. Los protocolos de distanciamiento y equipamiento de seguridad en el trabajo ayudarán, aunque sin reemplazar, estrategias más efectivas y que probablemente sean más baratas también: aquellas encaminadas a continuar robusteciendo, y de manera mucho más decidida, la capacidad de camas en UCIs y la realización de pruebas de COVID así como un manejo adecuado de la operación de los sistemas de transporte para minimizar el riesgo de su congestión.
La velocidad de expansión del COVID-19 en América Latina impidió una preparación adecuada por parte de gobiernos y sociedad. Después del aprendizaje de las últimas semanas, ha llegado el momento de las decisiones más difíciles, de examinarnos de manera más integral y tener en cuenta las interacciones entre los factores económicos, biofísicos y sociales, así como las complejidades éticas de las posibles soluciones. Desde la Universidad de los Andes, proponemos diez puntos que, en nuestra opinión, deberían hacer parte de un plan integral para superar la actual crisis.
Estas recomendaciones no son una receta, deben revisarse según cómo evolucione la pandemia y se deben ajustar dependiendo de los contextos y las regiones donde sean adoptadas.
En esta nota analizamos los efectos sobre pobreza y desigualdad que podría tener la pérdida directa de ingresos laborales ocasionada por la crisis actual. Consideramos un escenario plausible en el que se ven afectados tanto trabajadores informales como formales, en los sectores más vulnerables a las medidas de confinamiento, concentrándonos solamente en los empleos más frágiles. El resultado principal de este análisis es que se podría producir un efecto en pobreza y de desigualdad equivalente a retroceder a los inicios del siglo XXI.