Derecho de los seguros

La vida es riesgo y nadie está exento. Envejecemos y morimos. Nos enfermamos y quedamos desempleados. Nuestra casa se agrieta, las calles se llenan de huecos, nos demandan por miles de millones. Hay derrames de petróleo, incendios, huracanes, volcanes. El costo de la educación sube y nuestros hijos quieren ir a la universidad. El banco nos presta, pero no podemos pagar. El Estado promete salud para millones y construyen carreteras para miles de vehículos, pero los corruptos roban. Nuestros trabajadores nos roban. Nuestros empleadores no nos pagan. Nuestros socios no nos cumplen. 

Por suerte, desde hace siglos, la humanidad inventó un antídoto a esos riesgos: los seguros. Este sistema ha penetrado el mundo al punto de que verdaderamente es difícil levantar la mirada sin ver un seguro. Los carros, los aviones, los edificios, los trabajos, la comida, los hospitales, las personas, sus relaciones y sus puestos de trabajo, por mencionar algunos, están asegurados. Tan relevante es el sistema para el mundo que en la crisis financiera de 2008 el Gobierno de Estados Unidos permitió la bancarrota de algunos bancos, pero tuvo que rescatar a las aseguradoras. 

Saber de seguros es, por tanto, una habilidad útil e, incluso, esencial para poder hacer frente a las dificultades propias de la vida. Con ese conocimiento, usted podrá recibir cuantiosas indemnizaciones, conservar sus ahorros y evitar que personas poco escrupulosas se aprovechen de usted. Además, entender el negocio y conocer el lenguaje les puede abrir las puertas al mundo oculto que hay detrás de bambalinas desde temas tan grandes como el cambio climático hasta temas tan mundanos como el crédito de una familia para comprar un carro.